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MUJERES DE GRANDES LIGAS

“MAREA”

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Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

El mar no es para todos nosotros. Hay organismos que vienen con una predisposición en sus genes de no tolerancia a moción y movimientos. No importa que tanto alguien incite, motive o anime a otro a subirse en un bote o en la cola de atrás de un transporte, simplemente hay cuerpos que no asimilan el “va y ven.”.

De igual forma hay mareas en la vida que no cogen dramamina. No importa que tanto alguien quiera experimentar, vivir y saborear la adrenalina, hay mareas que nos pueden tumbar. Los atletas tienen que saber sopesar, detenerse y analizar si conviene navegar ciertas aguas o simplemente “palomear” y dejar pasar. El hecho que las aguas se vean serenas no es garantía de que así se quedarán.

El mal siempre será experto en presentar como inofensivas las olas impredecibles de este océano llamado vida. El mal siempre querrá marear y engañar a jóvenes inexpertos que atraídos por aguas cristalinas y desconocidas se pueden embaucar por la curiosidad del momento. La marea puede parecer inocente cuando está bajita, y como muchas veces no hay acceso a mirar en la profundidad es fácil dejarse “marear”. Pero muchas veces esa marea cambia de curso y de revolución de manera repentina y la corriente de la navegación puede girar contrario a lo esperado.

La marea de la vida no contemplará si el atleta está alerta, preparado, consciente o equipado para enfrentarla si lo sorprende en alta mar. Muchos deportistas por su misma adrenalina interna sienten que pueden desafiar la vida así como desafían un lanzador rival; muchos corren sus días como si estuvieran corriendo las bases frente a un receptor que tiene “un chorro” y nunca los puede atrapar; otros sienten ser el capitán de su propio barco pero no comprenden el navegar de aguas turbias con criaturas marinas ajenas a la humanidad.

Las mareas de la vida no cogen dramamina. Los atletas no pueden pretender ser inmortales fuera del historial estadístico del deporte que practican. Creer serlo los puede poner en una posición de alto riesgo donde siempre serán expuestos al mareo de los movimientos.

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.”

Proverbios 3:5-6

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