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MUJERES DE GRANDES LIGAS

“Estatus”

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Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

Manejar riquezas, poder y fama brinda estatus. Todo ser humano que se la haga la pregunta de si desearía recibir estos tres elementos rara vez dudaría en responder afirmativo, pues viviendo en la sociedad que vivimos el estatus es considerado una llave para abrir accesos. En este sentido, es normal que todos tengamos apertura a adquirir, recibir y trabajar por ello sin muchas veces medir si hay algún precio a pagar detrás de eso. Lo atractivo, lo vistoso, lo acaudalado siempre atraerá la atención, aún del más humilde de los seres humanos.

ESTATUS: Pero en sí, que es el estatus? De acuerdo a una definición de diccionario online, “estatus es la posición, la escala social y económica a la cual pertenece un individuo dentro de una comunidad, hecho que estará determinado por la situación económica que posee, la actividad laboral o profesional que despliega y el prestigio que haya cosechado en su vida por alguna situación X.” Aquí se refiere a una posición en la escala social y económica a la que un individuo pertenece, pero no nos hace referencias a los medios utilizados para alcanzar ese estatus.

La sociedad en cierta forma nos obliga a adquirir un status para ser aceptados, aprobados y hasta respetados. Imágenes de ostentosidad, marcas, bienes inundan las redes diariamente. Lo que la sociedad no nos dice es que esa aceptación y aprobación puede venir a costa de sacrificar lo que realmente tiene valor. En el mundo deportivo es goloso, poderoso y fascinante lograr contratos jugosos, de parámetros históricos, donde la danza de los millones es el deseo de todo el que se faja en entrenamientos mañana tras mañana. Pero la historia muestra que así de golosos y jugosos como son los contratos por lo general así de jugoso y goloso son los desafíos que un atleta tiene que atravesar para mantenerse a flote y no sucumbir camino a adquirir el estatus que viene con esos niveles.

No todo el mundo está preparado para manejar un estatus. No todo atleta tiene el equilibrio, la inteligencia, la madurez, la humildad de entender que aunque algo se vea de nivel no quiere decir que conviene o que hay que decir que sí. Lo delicado de adquirir un estatus bajo una actitud de angurria, precipitación, desesperación y hambre es que se puede estar abierto a todo sin ningún tipo de restricción ni limitación. El atleta puede entrar en trueques que en el momento no verá como nada riesgoso, peligroso, ilícito ni dañino pero que al final se puede lamentar por haber entrado en un engaño disfrazado de una media verdad. El estatus siempre vendrá con ofertas de mejoría, buena vida, celebración, pompas y algarabía... pero que dolor de cabeza puede dar manejar tanta ostentosidad sin comprender que es más lo que se puede perder que ganar.

Los atletas de alta competencia siempre darán estatus a cualquier organización, marca, nación, familia o comunidad dependiendo del manejo que decidan ejecutar. Siempre serán queridos, anhelados, admirados y honrados si saben manejar la posición en la que sean colocados. El meollo del asunto está en que ellos sepan manejar el estatus y no que el estatus los maneje a ellos; que no pierdan su esencia, autenticidad y originalidad por encajar y aparentar algo que no son y por proyectar algo que no contextualiza con su función. La sociedad es doble moral y cruel a la vez y puede llevarnos a pretender ser algo que sólo llenaba una tendencia del momento, de agendas marcadas y de intereses ajenos al dominio público.

“Ten cuidado, o la riqueza podrá seducirte; No dejes que el soborno te haga pecar. ¿Podrá toda tu riqueza o podrán todos tus grandes esfuerzos protegerte de la angustia?”

Job 36:18-19 NTV

Hasta la próxima

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