LA MUJER EN EL DEPORTE

Del voleibol a los negocios

MAGNOLIA CONCEPCIÓN SE PREPARÓ PARA DAR EL SALTO Y EMPUJA UNA EMPRESA DE CATERING Y EVENTOS

Archivo. “La Moña”, una menuda jugadora que compensaba esa aparente limitación con su gran corazón y determinación, mientras realizada un remate.

Archivo. “La Moña”, una menuda jugadora que compensaba esa aparente limitación con su gran corazón y determinación, mientras realizada un remate.

Magnolia Concepción se paseó con calidad, clase y una gran sonrisa por el voleibol, deporte que, además, le abrió las puertas para que creciera en el campo laboral, profesional, empresarial y conociera al amor de su vida.

Su momento cumbre lo vivió en 1974 como parte de la selección femenina que obtuvo una presea de bronce con sabor a oro en los XII Juegos Centroamericanos y del Caribe, realizados en el país en el 1974.

Gracias a una beca que consiguió por su condición de atleta de alto rendimiento, se graduó dos años después, en el 1976, como Licenciada en Administración de Empresas en la Universidad Apec, donde posteriormente estudió Idiomas y realizó postgrados en Mercadeo Gerencia.

Ese mismo año entró a laborar como profesora de voleibol en el Departamento de Educación Física de esa academia, gracias a Frank Kranwinkel, quien era el director de Deportes de la misma.

“Estuve becada toda la vida por ser deportista. No pagué un solo centavo en mis carreras”, enfatiza “La Moña”, apodo con el que todavía se le conoce en el ambiente del músculo y la mente.

GÉNESIS DE LA EMPRESARIA En el 1981 es contratada por la Compañía Dominicana de Teléfonos (Codetel), donde por 17 años laboró como directora de Deportes y en el departamento de relaciones públicas.

También se le asignó la administración de los clubes que esa empresa tiene en la Capital, Santiago y La Romana, donde organizaba eventos y diseñaba sus salones.

En 1998, le propone que saliera de la misma y formara su empresa para que le diera esos servicios, idea que no le gustó en principio (“me puse a llorar”).

Una vez comenzó a ver los resultados económicos, las lagrimas continuaron mojando las mejillas, pero de alegría.

“Debieron proponérmelo diez años antes”, declara en broma, pero en serio.

En ese momento nació la empresaria, campo en el que ha crecido a tal punto que entre 2002-2005 presidió la Asociación Nacional de Mujeres Ejecutivas y Empresarias (ANMEPRO).

Durante 18 años se ha mantenido dando servicios a la empresa telefónica, período en que los cambios de dueños también implicaron nuevos nombres como Verizon y Claro.

Las tres fiestas navideñas que cada año realiza la misma son organizadas, decoradas y montadas por su empresa Excelencia y Eventos (“Creando momentos memorables”, dice su logo), ubicada en Arroyo Hondo y en la que laboraron otras diez personas.

En su carpeta de clientes se cuentan, de igual forma, el Grupo Carol, Anadive, Zona Franca Gildan y la mayoría de academias de béisbol de Grandes Ligas que operan en el país.

En las últimas cinco ediciones de la Serie del Caribe que han tenido lugar en el país, ella se ha desempeñado como directora de Protocolo y también tiene a su cargo esa parte en los ceremoniales del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano.

Hace dos años que se convirtió en la primera mujer que forma parte del directorio ejecutivo de ese organismo y en 1996 fue condecorada por el entonces presidente Leonel Fernández.

El deporte sirvió de enlace y los Juegos Nacionales la plataforma para que conociera a Rafael Omar Landestoy, un destacado jardinero central del equipo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, quien llamó su atención en los Juegos Nacionales de 1977, celebrados en la Capital. El hermano de Rafael Landestoy, antigua estrella del béisbol profesional, se limitó a verla de reojo.

Volvieron a verse de reojo en 1979, cuando la justa se realizó en San Francisco de Macorís, pueblo de “La Moña”. Heyda Joaquín, compañera de equipo de Concepción, y el receptor Juan --Piñao-- Ortiz, capitán del conjunto de la UASD y pana de Landestoy, agilizaron el proceso cuando éste llegó a la villa como parte de la delegación de Baní.

¡¡“Llegó el hombre”!!, proclamaron una y otra vez, pero eso no pasó de ahí porque el apacible Landestoy se limitó a solicitarle el número de teléfono a la voleibolita de larga cabellera (“Ni me llamó...”).

Fue a los tres meses que el pelotero, hoy agrónomo, se decidió darle una llamadita. Lo demás es historia: se casaron en el 80 y procrearon a dos dos hijas, Michelle y Marcell, ambas profesionales también.

“Todo ha fluido tan bien en la familia, en los trabajos y en los negocios”, destaca Concepción, con una sonrisa que no la abandona.

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