BÉISBOL DE AYER
Calín Rodríguez jugó durante 3 décadas, años 30, 40 y 50
En los años 1948 y 1949, la ciudad de Moca poseía un trabuco de team que intervenía en todas las justas regionales y nacionales y cuyo mentor era el doctor Antonio Rosario. Aquí, uno de esos combinados. De pie, desde la izquierda: ----- Calín Rodríguez, Elías Frías, Guillermo Estrella, Manolete Cáceres, Pella Santos, Popón López, ------ y Amor Díaz. En cuclillas, Rufo Félix, Luis Martínez, Gallego Muñoz, Roque Holguín, Bell Arias, Chispa Díaz, Zoilo Rosario y Chichí Capellán.
Nuestro personaje fue de los pioneros en el béisbol mocano. Rápidamente podemos afirmar que Calín formó parte de un grupo de jugadores oriundos de Moca, que supieron destacarse en la pelota profesional. Algunos nombres nos traen el recuerdo de una época mejor para el deporte mocano. Nos viene a la mente las figuras de Bragañita García, Popón López, Manolete Cáceres, Dámaso García, Oscar Álvarez y Fabio Fiallo, entre otros.
En el caso de Rodríguez, aun cuando empezó a practicar en los años 20, su despliegue y desarrollo ocurrió en los años 30, 40 y 50.
Calín vio acción en muchas series y campeonatos, tanto locales, provinciales, como regionales y nacionales. El propulsor Antonio Rosario, uno de los grandes del deporte mocano, le ayudó mucho y luego fue un protegido, en sus últimos años del inmortal Rubén Lulo. Esas dos personas se ocuparon de atenderlo ampliamente, Rosario y Lulo.
Si vamos analizar la vida deportiva de Calín Rodríguez, hemos de señalar que el mocano no tuvo la suerte de brillar en los diferentes escenarios, pero el hombre era buscado por los equipos que necesitaban un pelotero que jugara varias posiciones (1B, C, OF) y servir de un adecuado Utility, que es el player que siempre debe de estar listo para cuando lo llamen.
El miércoles 18 de marzo de 1964, falleció el amigo, luego de vivir casi 50 inviernos y haber representado a su pueblo en muchos compromisos nacionales e internacionales. Calín vivió en una época en que jugar era un disfrute del cuerpo y no había ansias de llenarse el bolsillo de plata. ¡Qué tiempos!
