SOBRE LAS TABLAS

"La pulpería", folklore, costumbrismo y realidad social en verso y en prosa

Además de Fernando Bruno y Gabriela Rufino, cuenta con las actuaciones de Leonardo Grassals, Andreína Berroa y Henardo Rodríguez

La Pulperia

"La pulpería”, con dirección de Fernando Bruno y coautoría de Gabriela Rufino. Además de ellos, cuenta con las actuaciones de Leonardo Grassals, Andreína Berroa y Henardo Rodríguez.Mika Pasco

Lo contaré en primera persona. Como espectador de teatro, me gusta salirme del confort, de lo predecible o, mejor dicho, de los montajes convencionales o que incluyan elencos reconocidos o grandes salas. 

En cambio, siempre que puedo, acudo a las funciones de obras de teatro montadas por artistas emergentes, quienes, salvo los casos de familiares o amigos cercanos, no logran concitar un gran público en sus puestas en escena.

Sin embargo, esto no fue lo que aconteció recientemente con la presentación en Casa de Teatro de la obra “La pulpería”, con dirección conjunta de los jóvenes Fernando Bruno y Gabriela Rufino, que a pesar de las torrenciales lluvias del fin de semana de funciones, lograron llenar el modesto aforo.

La puesta en escena también fue modesta. Haciendo alegoría al tema de la obra, la trama se centra, principalmente, en las dificultades que atraviesa el dueño de una pulpería de un barrio cualquiera, de n pueblo cualquiera para sostener su negocio a flote, a pesar del agobio de las deudas, de los acreedores, de los clientes “mala paga”, o del gerente despilfarrador.

“La pulpería” es también un reflejo de nuestra sociedad, de la inequidad, de los abusos de confianza, de los sueños interrumpidos, de las marginalidades, de las pequeñas y grandes corrupciones, del lavado de divisas, de las violaciones sexuales, de las tragedias, del drama socioeconómico. En fin, de la pobreza, no sólo material, sino espiritual.

Con respecto a la violación sexual, hay que destacar que, precisamente en esa escena en la que el responsable del colmado en ruinas, interpretado por el propio Bruno comete el estupro contra la nieta del dueño del colmado, en una salida eufemística, incluyen la danza teatro y los diálogos en verso, los cuales hacen menos crudo el acto.

“La pulpería” no es una obra maestra. Tiene fallos elementales que bien pudieron corregirse en la revisión de texto previo al montaje, también se incurren en estridencias o sobreactuaciones que convierten ciertas entradas de los actores en caricaturescas, sin embargo, es, a la vez, un esfuerzo teatral necesario y valiente de un grupo de artistas jóvenes y otros no tanto, que apuestan al teatro como manifestación artística.

Este montaje que, según lo percibido por quien suscribe, contó en su mayoría, con un público no muy asiduo al teatro, pero que desafió obstáculos como el mal tiempo para respaldar a los protagonistas, tiene a su favor la oportunidad de mejorar las debilidades citadas anteriormente, presentarse en otros escenarios y, con esto, el elenco posicionar un trabajo que puede ser visto, en principio, como un esfuerzo amateur, para convertirlo en referente, dada la carga social y de elementos del teatro contemporáneo que maneja.

“La pulpería”, además de Fernando Bruno y Gabriela Rufino, cuenta con las actuaciones de Leonardo Grassals, Andreína Berroa y Henardo Rodríguez; la música de Garis Ángeles Suero.

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