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La crónica de los martes

Las “Estrellas” ganaron en 1936Continuando con los campeonatos efectuados anterior a 1951, nos corresponde hoy reseñar brevemente los torneos de 1936 y 1937, que fueron los últimos, antes de entrar en un receso de 14 años. Después del 1929, no hubo otro torneo que pudiera titularse campeonato hasta 1936, cuando se enfrentaron en una contienda los equipos, “Licey”, “Escogido”, “Santiago” y “Estrellas Orientales”. El evento llevó por nombre “Mayor Trujillo”, a petición del combinado de Santiago y se iba a optar por la Copa “Julia Molina”. Se acordó aceptar cuatro refuerzos para las Estrellas y tres para cada uno de los otros conjuntos. Los del Licey, eran Rodolfo Fernández, pitcher cubano; Pancho Coimbre, puertorriqueño y Cando López, outfielder cubano y luego cuando Horacio Martínez tuvo que ausentarse para los Estados Unidos, llegó el short venezolano Luis Aparicio (padre). El Escogido trajo al lanzador venezolano Narciso Díaz (Chingo Cáñon), el pitcher cubano Silvino Ruiz y el boricua Perucho Cepeda. Santiago contrató a Pepín Pérez, catcher cubano, el pitcher cubano Emilio Sardá y el segunda base cubano Antonio Mirabal. En cuanto a las Estrellas se reforzaron con Ramón Bragaña, pitcher cubano; Cocaína García, lanzador cubano; Javier-La Marimanta-Pérez, infielder cubano y el antesalista cubano Pedro Arango. El manager del Licey era Charles Dore, del Escogido Hostos Fiallo, de las Estrellas Enrique Mejía y de Santiago Luis Tomás Saillant. Al final de la justa de 1936, los petromacorisanos quedaron en el primer lugar, con Santiago en el segundo puesto y luego Licey y Escogido. El Mellizo Puesán (L), resultó líder de los bateadores y Ramón Bragaña (EO) campeón pitcher, con récord de 9-1. Los ganadores no olvidan aquella bella experiencia de 1936, pues la misma le hizo vivir mañanas y tardes de emoción deportiva. Los batazos de Tetelo Vargas, Pedro Arango, Javier Pérz y otros más, sonaron ampliamente en todos los plays donde se jugó béisbol de primera, y los envíos enigmáticos de los colosos cubanos Ramón Bragaña y Cocaína García acabaron con los bates contrarios. El campeonato de 1936 fue un capítulo brillante en aquel béisbol romántico de los años 30, que enardeció a la fanaticada del Este. El “Ciudad Trujillo” Campeón en 1937Hasta los días presentes se ha generalizado la costumbre de señalar al campeonato de 1937, como el más fuerte de todos, en el aspecto calidad de los atletas. Allí estaban todos los mejores peloteros de color de los Estados Unidos, Cuba, Puerto Rico y Dominicana. Fue tan buena la clase de importados que vino de Norteamérica, que provocó que las Grandes Ligas de Color no pudieran terminar su tradicional campeonato anual. Con las grandes contrataciones que se hicieron al mercado gringo, no le quedó más remedio que claudicar. Los equipos que intervinieron en esa grandiosa justa, fueron: Los Dragones de “Ciudad Trujillo”; las “Estrellas Orientales” y las “Águilas Cibaeñas”. El primer lugar lo obtuvo el team representativo de la capital. Ellos se coronaron campeones después de un calendario de juegos que comenzó el 28 de marzo de 1937 y terminó el 11 de julio del mismo año. Aquel torneo no envolvió ni a TIGRES ni a LEONES. Al equipo de la capital se le llegó a bautizar con el estribillo de “los asesinos de la calle El Conde”. El standing final del campeonato, el cual estaba programado en 45 partidos, resultó como sigue: Se jugaron 42 desafíos, uno empatado y dos suspendidos. En el aspecto de los lanzadores, el líder fue el norteamericano Leroy Satchel Paige (CT), con ocho victorias y dos derrotas. Este serpentinero derecho estaba considerado el más grande de todos los sepias de aquella época. El champion batting le correspondió a Joshua Gibson (CT), con 453 de average. Más carreras empujadas= Joshua Gibson (CT) con 21. Más carreras anotadas= Lázaro Salazar (CT) con 31. Más hits conectados= Silvio García (CT), con 38. Más dobles disparados= Silvio García (CT), con 14. Más jonrones= Martín Dihigo (AC) y Santos Amaro (AC), con 4. El torneo llegó a ponerse de tanta calidad, que a los finales, sólo dos jugadores dominicanos jugaban como regulares, Tetelo Vargas en el jardín central de las Estrellas y Horacio Martínez como torpedero de las Águilas. El próximo martes escribiremos nuestras conclusiones al respecto de todos aquellos campeonatos de antaño, que supieron darle vida al entusiasmo deportivo de los dominicanos.

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