La ley entra por casa, se supone
La caótica realidad del tránsito en nuestro país no sólo es el fruto de las constantes burlas de los transgresores de las leyes.
Ese caos es producto, también, de la permisividad de las autoridades del tránsito para hacer cumplir las leyes.
Las constantes violaciones de motoristas a los semáforos en rojo, circulando por las aceras o sin cascos de protección, son ilustrativas de este desorden.
Más allá de culpar exclusivamente a los infractores, es necesario enfocar la atención en quienes tienen la responsabilidad de prevenir estas faltas: los agentes del tránsito
Es común observar a dos o tres agentes apostados a cien o ciento cincuenta metros de una intersección, esperando que alguien cometa una infracción para detenerlo.
Este método reactivo parece estar más orientado a “cazar” violadores que a prevenir las infracciones.
Si en cambio los agentes se situaran en las intersecciones, con una presencia disuasiva, los motoristas y demás conductores pensarían dos veces antes de cruzar un semáforo en rojo.
Otro ejemplo claro de esta falta de prevención ocurre con la prohibición del uso de pasos a desnivel por parte de motoristas y vehículos pesados.
En lugar de posicionarse al principio del paso elevado para evitar que ingresen, los agentes suelen ubicarse en la salida, esperando atrapar a quienes ya lo ha cruzado.
Además, la indiferencia de los agentes ante otras violaciones flagrantes, como transportar niños en motocicletas sin ninguna medida de seguridad, es una muestra de la permisividad que reina en las calles.
Si un motorista puede pasar frente a un agente con un menor a bordo sin casco ni protección, ¿qué mensaje estamos enviando sobre la autoridad de la ley?
Para cambiar esta situación, es imprescindible que los agentes de tránsito sean los primeros en cumplir y hacer cumplir la ley.
Si los agentes no cumplen con su deber, no podemos esperar que los ciudadanos lo hagan.
La ley entra por casa, se supone.
