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Un paso al frente por la concordia nacional

El reciente y simbólico apretón de manos entre Joe Biden y Donald Trump, como parte de la transición pacífica de poder en Estados Unidos, manda un mensaje claro y poderoso al liderazgo político dominicano.

En un país donde gestos de unidad suelen estar ausentes, este ejemplo de conciliación y respeto por las instituciones debería resonar profundamente.

Es un llamado, una señal de que, en momentos críticos, los líderes tienen el deber de poner el bien común por encima de cualquier diferencia.

Nuestro país atraviesa una etapa marcada por desafíos cada vez más complejos.

La inseguridad ciudadana se ha elevado a niveles alarmantes, nuestra soberanía enfrenta amenazas constantes debido a la inmigración ilegal desde Haití, y el narcotráfico acecha, buscando arraigarse en el país.

A esto se suma una atmósfera enrarecida por la crispación de la discusión pública, las manifestaciones ciudadanas en reclamo de servicios básicos como agua y energía, las presiones de la deuda externa sobre nuestras finanzas, y una serie de reformas estructurales que han tropezado en su implementación.

Todo esto configura un escenario de urgencia, uno que demanda un liderazgo visionario y comprometido.

Este es el momento para que el presidente Abinader y los líderes de la oposición pongan a un lado sus diferencias, convocando a un encuentro cordial y patriótico.

Se necesita de ellos, no solo como dirigentes, sino como estadistas capaces de ejercer su influencia en pos de un fin superior: promover la concordia, la tolerancia y el entendimiento entre los sectores de la sociedad.

En sus manos yace la posibilidad de modelar un espíritu de unidad que calme las tensiones y encamine a la nación hacia la paz social.

Universidades e instituciones han manifestado ya su disposición para ser espacios de diálogo y entendimiento.

Sin embargo, es el liderazgo político quien debe dar el primer paso, demostrando que la estabilidad del sistema democrático –la cual sostiene nuestras conquistas socioeconómicas e institucionales– es un bien que todos estamos llamados a preservar.

Este pilar de nuestra sociedad no puede ser debilitado por fuerzas de polarización que, de afianzarse, podrían conducirnos a un abismo de división y caos.

Más que nunca, el país necesita de un liderazgo que inspire unidad y civismo.

Que envíe un mensaje claro a todos los ciudadanos: en momentos de dificultad, la nación prevalece por sobre cualquier interés particular.

Hoy, el liderazgo dominicano está llamado a ponerse de pie por la concordia nacional.