La cultura de Santiago en parihuela

Santiago, segunda ciudad del país, no solo ha sido un faro de progreso económico, sino también un bastión de la cultura nacional.

Sin embargo, la realidad actual nos muestra un panorama desolador y profundamente preocupante.

Las instituciones culturales más emblemáticas de la ciudad se encuentran en un estado de abandono, deterioro y precariedad alarmantes.

Un ejemplo que nos llena de indignación es el caso del Archivo Histórico de Santiago “Román Franco Fondeur”.

Este alberga una vasta colección de periódicos y documentos esenciales que han sido irremediablemente dañados por filtraciones de agua, la penetración de luz solar y la humedad acumulada.

El Archivo Histórico es, hoy, una edificación invadida por hongos, con plafones carcomidos y un ambiente tan insalubre que la estancia prolongada en sus instalaciones representa un riesgo para la salud de quienes allí trabajan o consultan sus fondos.

A esta tragedia se suma el caso de la Sociedad Cultural Alianza Cibaeña, otra institución histórica que recientemente se ha visto forzada a cerrar sus puertas tras la cancelación de sus únicos tres empleados.

Que una entidad con 140 años de trayectoria, fundada por Eugenio Deschamps, se vea obligada a cerrar por un conflicto burocrático y presupuestario, es una afrenta no solo para Santiago, sino para toda la nación.

Estas situaciones son síntomas de un problema mayor: el gobierno central ha relegado la cultura a un segundo plano, ignorando la importancia de su preservación.

¿Cómo es posible que instituciones con roles tan vitales estén en una condición tan deplorable?

Es imperativo que los ministerios de Cultura y el de Educación tomen cartas en el asunto de manera urgente, no solo para reparar el daño físico de estos edificios, sino para restaurar el respeto por nuestra memoria histórica y cultural.

Santiago, cuna de héroes y grandes pensadores, no puede seguir viendo cómo su patrimonio se desvanece frente a la indiferencia estatal.

Hoy, la cultura de Santiago está en parihuela, pero con la debida atención y voluntad política, puede volver a ocupar su lugar como uno de los pilares fundamentales de nuestra nación.

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