Hace unos días me tocó abrir, con una conferencia sobre los retos de la prensa, el Primer Simposium Iberoamericano sobre Medios de Comunicación.
Me centré en describir seis factores clave que, en mi convicción, constituyen los desafíos del momento.
Para cada uno de ellos propuse soluciones y/o alternativas factibles de qplicar con la finalidad de amortiguar o minimizar sus impactos.
La prensa se ocupó de reseñarlos.
Pero, en esencia, lo que quise poner de relieve es que la inmediatez de las redes sociales, la proliferación de plataformas digitales y el auge de las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial están poniendo a prueba un modelo de negocio que, durante décadas, fue el pilar informativo de las sociedades.
Lo positivo de esto es que la diversificación de fuentes y formatos informativos ha permitido que el periodismo llegue a más personas, en más lugares y a través de más medios.
La clave no está simplemente en migrar hacia lo digital, sino en aprender a coexistir con las múltiples formas de comunicación disponibles.
Los periódicos impresos no deben ser vistos como reliquias, sino como parte de un ecosistema informativo más amplio que complementa y enriquece las plataformas digitales.
La credibilidad, profundidad y rigor que caracterizan a los medios tradicionales siguen siendo sus grandes activos en un mundo saturado de información inmediata, muchas veces carente de verificación.
Es precisamente en esta convergencia de medios donde la prensa puede encontrar su salvación.
En lugar de perpetuar un modelo que ha demostrado ser insostenible, la prensa debe apostar por otras alternativas.
Por ejemplo, por la integración de sus redacciones, la adopción de tecnologías emergentes y la creación de nuevos formatos que atraigan tanto a las generaciones jóvenes como a las audiencias fieles que valoran la calidad sobre la cantidad.
No se trata solo de sobrevivir, sino de evolucionar.
En las próximas Reflexiones completo el marco de mis ideas.