EDITORIAL
Al borde del colapso
El futuro de los dominicanos no puede ser optimista mientras persistan contradicciones fundamentales en los servicios públicos.
Cuando los familiares de los funcionarios envían a sus hijos y nietos a colegios y clínicas privadas, trasmiten una señal clara: los sistemas públicos que gestionan no son confiables.
De igual manera, si los funcionarios de todos los niveles disponen de escoltas para detener el tránsito y pasar sin inconvenientes, los atascos en la ciudad continuarán creciendo, ya que solo afectan a los ciudadanos comunes.
Estos son ejemplos evidentes de una división fáctica que demuestra que existen privilegios precisamente para aquellos encargados de administrar los fondos y recursos públicos para ofrecer servicios de calidad.
Lo que se ha vivido en los últimos días en las calles y avenidas de la capital, donde trayectos cortos consumen hasta dos horas, refleja la inminencia de un colapso.
Con el sofocante calor que no puede ser controlado, someter a los ciudadanos a interminables embotellamientos mientras los funcionarios disfrutan de un paso expedito, incluso por encima de ambulancias, es un privilegio irritante.
Aquellos que no tienen que soportar estos atascos no pueden entender el tiempo, dinero y tranquilidad que se pierden cada día en las calles de la capital.
Este grave problema de congestionamiento vial debe ser solucionado de manera urgente.
De lo contrario, las vías públicas colapsarán y la actividad productiva se verá ralentizada y encarecida.
Faltan acciones contundentes por parte de las autoridades para enfrentar este caos.
Esa falta incentiva a los conductores a actuar con irresponsabilidad simétrica, conduciendo de manera temeraria, agresiva y violenta.
Los que nos movilizamos en la capital, estamos deshumanizándonos y estresándonos de manera alarmante, a causa de este caos.
El 16 de enero de este año, el Listín Diario organizó un Foro de Movilidad Urbana en el que funcionarios y especialistas identificaron acciones a corto, mediano y largo plazo para avanzar hacia soluciones, pero el gobierno aún no ha hecho nada para implementarlas.
Es hora de pasar de las palabras a las acciones que demuestren que el caos será enfrentado.