¡Inconcebible!
Roberto Santana, coordinador de la Oficina Nacional de Apoyo a la Reforma Penitenciaria, ha denunciado un serio caso de pillaje con los equipos que existían en el Centro de Corrección y Rehabilitación Las Parras, todavía sin inaugurar.
La gravedad de esta denuncia exige una respuesta inmediata y transparente de la Procuraduría General de la República, así como el envío a la justicia de quienes cometieron estos actos, que deben ser descubiertos de inmediato.
El país no puede permitirse el lujo de que, mientras más del 40% de los presos duermen en el suelo, las instalaciones que deberían ofrecer una solución a esta crisis, sean víctimas del descuido, el abandono y el pillaje.
La moderna cárcel de Las Parras, llamada a convertirse en el principal centro penitenciario del país, lleva años en espera de ser habilitada y completar su objetivo de alojar a 2,300 privados de libertad.
Esta demora ha dado pie, sin dudas, a que la desidia y la corrupción echen raíces en un proyecto que debería representar el avance en la reforma penitenciaria.
Es inconcebible que equipos esenciales hayan sido robados durante estos últimos cuatro años, obligando al Estado a reponerlos a un costo adicional que recae sobre los hombros de todos los dominicanos.
La denuncia de Santana pone en evidencia no solo el abandono de la planta física de Las Parras, sino también la irresponsabilidad en la vigilancia que debió acompañar a este proyecto desde su concepción.
En un momento en que nuestro sistema penitenciario se encuentra en un estado crítico, donde la sobrepoblación y las condiciones inhumanas son la norma, es imperativo que el gobierno acelere los trabajos para la apertura de Las Parras y otros centros similares.
No podemos esperar a que una nueva tragedia en La Victoria o en cualquier otra cárcel del país sea el detonante para tomar medidas.
El Listín Diario reclama formalmente que las autoridades no solo aceleren este proceso, sino que también rindan cuentas sobre los actos de corrupción y negligencia que han afectado este proyecto.
La transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales para restaurar la confianza en el sistema de justicia y para garantizar que las cárceles dominicanas no sean sinónimo de vergüenza y fracaso, sino de rehabilitación y respeto a los derechos humanos.