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Hasta Pinochet convocó referéndums

Tal es la fuerza intrínsecamente representativa y la vez legitimadora que tiene el referéndum, como pilar de la democracia, que hasta un dictador apeló dos veces a ella.

En ambas ocasiones, la intención era la de dar validación y continuidad a un régimen de facto, el que ejerció con pleno control autoritario sobre su país de 1973 al 1990, es decir, durante 17 años.

Nos referimos al general Augusto Pinochet, de Chile, cabecilla del golpe militar que derribó el régimen constitucional de Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973.

Paradójicamente, Pinochet se apoyó en un mecanismo emblemático del poder soberano del pueblo, para darle revestimiento constitucional al mandato de los golpistas.

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En ese marco de represión, censura, y violaciones de derechos humanos imperante en Chile, el general Pinochet promovió un referendo en 1978 para obtener respaldo popular frente a la masiva condena internacional por tales atropellos.

En 1980 se aprobó una nueva Constitución que establecía un período de transición hacia la democracia.

Y como parte de esa transición se incluía la convocatoria a un plebiscito en 1988 para decidir si Pinochet continuaría en el poder por otros ocho años.

Naturalmente, era un plebiscito dirigido, manipulado, con la pretensión de mantener a Pinochet más tiempo, sin elecciones democráticas.

Para su sorpresa, el 54 por ciento votó en contra de las aspiraciones de Pinochet, marcando así el comienzo del final de su régimen.

Ese referéndum histórico automáticamente abrió el camino de la restauración democrática, y en las elecciones libres celebradas un año después, en 1989, resultó electo el presidente Patricio Aylwin.

Pinochet dejó el poder supremo en 1990 y se mantuvo como comandante en jefe del Ejército, una especie de poder detrás del trono, hasta 1998 y luego se convirtió en senador vitalicio.

Estas experiencias demuestran que el referéndum, sea en democracia o en dictadura, tiene un enorme valor como mecanismo de legitimación política.

A través de él se expresa la voz del pueblo.

Los chilenos del 1988, venciendo los miedos y las apreturas dictatoriales, lo pusieron a prueba.

¡Y rescataron su democracia!