Lo que está en juego es la vida
La Oficina Nacional de Meteorología (Onamet) acaba de hacer una advertencia a tiempo: mayo llega con lluvias fuera de lo normal.
El organismo estatal especializado en predicción y alerta de fenómenos climáticos habla en base a cálculos, proyecciones y modelos que indican que se acercan torrenciales elevados.
La Onamet no está alarmando, sino exhortando con suficiente antelación lo que muy probablemente viene sobre el territorio nacional para que se adopten las medidas precautorias para salvar vidas y bienes.
Estos avisos son una información temprana que debe servir al gobierno para disponer planes preventivos eficaces, de manera que la remediación resulte menos traumática.
Una limpieza profunda de los sistemas de drenaje, remover con presteza la basura de las calles, podar árboles susceptibles de caerse, son tareas que no pueden dejarse para cuando comience a llover con fuerza.
Este es el tiempo de equipar y aprovisionar a los organismos de socorro en cada localidad y estimular a sus miembros a estar listos para ejecutar planes de salvamento.
El esfuerzo de Onamet para que los fenómenos atmosféricos no nos encuentren durmiendo, debe ser aprovechado para bajar la racha de muertes y destrucciones que hemos sufrido en los últimos años.
Anteriormente los ciclones y tempestades provocaban mayor cantidad de muertos y damnificados en las zonas rurales del país, pero eso ha cambiado.
Son las grandes ciudades, con la capital en primer plano, donde las inundaciones impiden la circulación, afectan propiedades y llevan el luto a las familias.
El gobierno tiene la responsabilidad de darse por enterado ahora de lo que se aproxima y actuar –sin vacilaciones– para evitar tragedias que se pueden prevenir.