Los responsables de la crisis del agua

En gran medida, los responsables de la crisis de abastecimiento de agua potable a la población son los ayuntamientos del país.

Son ellos los actores de mayor principalía en el desorden del crecimiento de sus ciudades, al autorizar usos de suelos sin estrictos límites ni regulaciones reales.

Al permitir la construcción de torres, donde antes había una residencia, sin consideración del impacto en la demanda de servicios esenciales, se hacen responsables de la secuela de fallas que eso conlleva.

Cuando aprueban estas estructuras verticales, a menudo no calculan los efectos que generan en una mayor demanda de electricidad, drenaje pluvial, alcantarillado sanitario y redes telefónicas.

La cadena se extiende a la necesidad de nuevos parqueos, aumento del flujo de tránsito, impactos en el medio ambiente y el paisaje y en la densidad urbana y poblacional previsible.

En el caso de barrios o zonas marginadas, la apertura de trillos que luego se convierten en “calles” o caminos polvorientos, la capacidad de proveer servicios públicos básicos se torna más precaria.

Con la apertura de trillos vienen las demandas de pavimentación, aceras y contenes, tuberías de agua e instalaciones eléctricas que tienen que satisfacer los gobiernos, no las alcaldías que dieron tales permisos.

Producto de este crecimiento desordenado de la ciudad, tanto a nivel vertical como horizontal, es la aguda deficiencia en las redes de agua, así como de las fugas y averías que a menudo se originan.

Esa es la causa fundamental y no debe ser soslayada a la hora de evaluar por qué muchos servicios básicos están y seguirán en crisis.

Mientras no se asuma un compromiso firme del Estado para frenar este alegre y lucrativo negocio de los permisos o autorizaciones que dan los ayuntamientos, la crisis de los servicios persistirá.