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Reflexiones del director

Cuando el tiempo no alcanza

La comunicación interpersonal parece haber entrado en un estado de fatiga o de pereza. O ambas a la vez.

Las video-llamadas o los chats y correos de voz, impresionantes maravillas que nos legara el teléfono inteligente, tienen ahora usos controlados, en la medida en que los usuarios se resisten a esclavizarse con ellas.

Pocos se animan, por ejemplo, a abrir un mensaje de voz que indique una duración de dos o más minutos.

Y si lo hacen, por lo general le aplican unos grados de velocidad para no consumir “demasiado tiempo” con el auricular abierto.

Los chats, por igual. Si se perciben muy largos y el usuario no tiene “tiempo” disponible para leerlo y responderlo, se dejan para después.

Se ha comprobado que al tratarse de un formato vertical, las líneas de texto de un mensaje se van haciendo interminables (aunque no lo sean en realidad), aparentando un elemento de fricción que afecta la tendencia hacia la brevedad y el carácter disruptivo del móvil.

He sido observador de algunas pruebas.

Los cumplidos para felicitaciones cumpleañeras o por cualquier otra razón ineludible, como las condolencias, se bastan a sí mismo con notas cortas y algunos iconos alegóricos o representativos.

Raras veces se utiliza la voz, y mucho menos la video-llamada, para trasmitir el mensaje, salvo que se trate de una relación familiar primaria que precise de un trato más directo y personalizado.

Con las conferencias por zoom también pasan cosas curiosas. Muchos convidados no se muestran en vivo, sino con fotos o logos, para tener libertad de hacer otras cosas al mismo tiempo.

Se han visto episodios comprometedores en sesiones virtuales de una reunión parlamentaria o una audiencia judicial, en las que los participantes han sido pillados en actividades “non sanctas”.

Habrá que profundizar más en estas respuestas que están afectando las dinámicas usuales de la comunicación interpersonal, para establecer si indican señales inconfundibles de una tendencia ralentizadora.

O no les alcanza el tiempo a muchos para sacarle el máximo a estas facilidades de la tecnología, o se han hecho tan omnipresentes y saturadoras que obligan a otro método de administración y uso.

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