Reflexiones del director
Periodismo simbiótico
El periodismo de hoy es simbiótico.
Y para ejercerlo, los periodistas tienen que disponer de las habilidades que adornan a los acróbatas que caminan sobre la cuerda floja, metafóricamente hablando.
Necesita apoyarse en otros soportes, especialmente los tecnológicos, para poder cumplir su misión de informar con veracidad y en justa contextualización.
En el pasado, cuando el texto era la base fundamental de las narrativas, el periodismo podía ejercerse con apego a reglas que ayudaban a moldear la verdadera realidad de los hechos publicados.
Una de sus virtudes era su capacidad para certificar la veracidad de esos acontecimientos, aportando a la sociedad informaciones verificadas y contextualizadas, sin sesgos o interpretaciones.
Pero desde que el formato papel comenzó a perder suscriptores y lectores y las aplicaciones tecnológicas facilitaron la difusión de noticias o contenidos audiovisuales, los patrones de consumo dieron un sorprendente y desafiante vuelco.
Los periódicos impresos tuvieron que agregar estas tecnologías a sus cajas de herramientas tradicionales y entrar, de hecho, a un ecosistema nuevo que ha modificado forzosamente sus parámetros informativos.
Quiero subrayar que, a consecuencia de esta disrupción, ha emergido un tipo de audiencia distinta a la tradicional.
Las actuales son más selectivas en la elección de los contenidos que quieren consumir y más propensas a hacerlo a través de redes sociales y medios digitales, sin tiempo para distinguir dónde está la verdad.
La particularidad de estas nuevas audiencias es que se inclinan por contenidos abreviados, sean en texto o en formatos audiovisuales, en los que las llamadas noticias tienen un valor periférico.
Varios estudios han demostrado que la mayoría de los lectores de este tiempo, subyugados por el embrujo de la brevedad, se bastan apenas con el titular de una información, y suelen compartir artículos en plataformas digitales y redes sin haberlos leído por completo.
Es peligrosa esta tendencia creciente a “detestar” las noticias, que constituyen el insumo fundamental del periodismo profesional, que es uno de los mayores desafíos que enfrenta la prensa responsable e independiente.
Su mayor garantía de sobrevivencia es la de hacer valer y trasplantar al otro simbionte, el del ecosistema tecnológico, sus elementos de valor, que no predominan del todo en las redes y plataformas digitales.
Seguir siendo un antídoto contra la desinformación o las presiones de tribus mediáticas por monopolizar la difusión de noticias, corrientemente falsas o manipuladas en muchos de esos canales, es obligación irrenunciable.
Naturalmente, no puede demonizar las audiencias, sino aprovecharlas y mostrarle el lado correcto de la historia y evitar caer en las parcializaciones, los retruécanos informativos y el tribalismo de las redes.