El último samurái
Don José León ha legado un esquema invaluable de vida y de trabajo a la sociedad dominicana.
Tuvo en su haber una impecable y sobresaliente hoja de servicios como empresario y gestor.
A él se debe la fusión de La Aurora con la empresa Phillips Morris, el surgimiento y desarrollo de la Cervecería Nacional Dominicana, y la consagración de otras iniciativas empresariales que lo convierten en uno de los más fieles productores y mercadólogos de bienes para el disfrute de la sociedad dominicana.
Su vida es un compendio y ejemplo de sencillez, humildad y respeto.
Dominicano de pies a cabeza, dedicó cuantiosos recursos a promocionar el deporte, el arte y la cultura sin esperar recompensas ni homenajes.
No se puede escribir la historia de Santiago de los Caballeros, ni la de la República Dominicana, sin mencionar su nombre y el de su familia, cuya entrega y sacrificio al país conforman parte de nuestra cultura empresarial.
Supo del amor de su ciudad a los deportes y no escatimó recursos para impulsar el baloncesto, el béisbol y demás actividades que permitieron convertir a Santiago en una potencia nacional en esas disciplinas.
Él fue el responsable de entregar los fondos para respaldar las 29 ediciones del Concurso de Cuentos de Radio Santa María, que se realizaba en la ciudad de La Vega, y siempre estaba pendiente en garantizar que esa iniciativa literaria no desapareciera.
Cuando aún estaba al frente de la Cervecería Nacional Dominicana, lideró la decisión de su familia para establecer el Premio E. León Jimenes al mejor libro del año y la construcción de lo que hoy es el Centro León, en la ciudad de Santiago de los Caballeros.
Este se convirtió, desde sus inicios, en referencia mundial por la calidad museográfica de sus salones y las sistemáticas actividades culturales que allí se desarrollan.
Don José León no podrá partir jamás.
Mientras exista el pueblo dominicano, él estará entre sus hijos más señeros, al igual que sus hermanos, formadores y herederos de una empresa que estampó su marca indeleble.