Una epidemia mortífera

Los accidentes de motoristas se han convertido en una epidemia mortífera en el país.

De cada cien muertes en percances del tránsito, 70 son de motoristas.

Habría que agregar las que estos causan a otros por sus manejos imprudentes o por sus sistemáticas violaciones a las leyes del tránsito.

Uno de estos episodios, que ha generado legítimo dolor y repugnancia, fue la muerte de un joven en la avenida Abraham Linconl con Bolívar, al tratar de esquivar a un “delivery” que se metió en rojo.

Han llovido, como siempre, las quejas de estas consuetudinarias violaciones en que ocurren mayormente los mensajeros motorizados.

Es hora de que el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte, junto a la Dirección General de Seguridad de Tránsito Terrestre, convoque a todas las empresas que utilizan a estos “delivery” para abordar este fenómeno.

Esas empresas deben cargar con un buen peso de las penalidades que correspondan a sus mensajeros motorizados.

Tanto por las infracciones al no usar cascos protectores e ignorar la luz roja de los semáforos, como por provocar accidentes fatales y otros daños a terceros, a causa del manejo temerario.

Hasta ahora la autoridad ha sido muy blanda frente a estos desmanes.

Bajo la mirada y permisividad de los agentes del tránsito, estos motoristas ignoran todos los días los semáforos o circulan por las aceras de peatones o en sentido contrario en las vías públicas.

Hay que aplicar la ley con más energía y determinación, porque el no hacerlo es lo que estimula las violaciones en el tránsito, no sólo de los motoristas sino de los conductores de otros tipos de vehículos.