Situación inaguantable
Los taponamientos del tránsito, cada vez más agudos, han traumatizado a la ciudadanía.
Han cambiado de cuajo las rutinas de vida de quienes tienen que movilizarse para ir a los trabajos, las escuelas o los centros médicos, obligándolos a modificar sus horarios habituales.
Pero también han sido causa de un incremento de los padecimientos de estrés, de enojos y desagrados que fácilmente se manifiestan en actitudes violentas o en las prisas por avanzar en las calles y avenidas embotelladas.
Los ciudadanos sufren retrasos de entre tres y cinco horas al día por la lentitud del tránsito, y esta situación los obliga a reprogramar sus horarios de salida o llegada a los hogares, con todos los ingredientes tormentosos que entraña este caos del sistema.
Hasta los médicos están recomendando a sus pacientes que salgan hacia sus citas dos horas antes, para evitar contratiempos.
Mientras que, en muchos casos, empleados de oficinas o empresas comerciales demoran adrede sus horas de salida, esperando que los taponamientos se reduzcan en la noche, lo que no siempre es seguro.
Además de la pérdida de tiempo valioso en los trancones del tránsito, los conductores o propietarios de vehículos gastan ahora más dinero en la compra de combustibles o en el pago de las tarifas de taxis privados.
La verdad, pura y simple, es que este problema ha desbordado la capacidad de las autoridades para tratar de minimizarlo, mientras se torna cada día más inaguantable para la ciudadanía.
No hay a la vista, por el momento, ninguna acción relevante y eficaz que demuestre que las autoridades le están dando el frente a la crisis.
El reciente Foro sobre la Movilidad Urbana, patrocinado por el Listín Diario con el apoyo de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, el Instituto Tecnológico de Santo Domingo y el Ministerio de la Presidencia, aportó un menú de medidas de emergencia puntuales para enfrentar la crisis.
La ciudadanía espera por ellas.