Andreina tendrá una Nochebuena feliz
Un rayo de amor y alegría ha iluminado, de repente, la choza paupérrima de Andreina de León, su esposo Fabio, sus suegros y cinco niños, todos damnificados tras las inundaciones de noviembre.
Entre los pocos utensilios desvencijados que pudieron conservar al desbordarse la cañada a cuyas orillas viven en Manoguayabo, la familia había perdido toda ilusión de disfrutar de la Nochebuena en medio de su miseria.
Pero ayer, y como ella dice, Dios escuchó sus oraciones, en las que pedía dos cosas: que preservara la salud de su bebé y de los demás hijos y que le garantizara la unidad de la familia.
“Es un regalo que ningún infortunio puede arrebatarme“, reafirmó la madre.
Como esa era su máxima ambición, el vivir la tradición de la cena de Nochebuena no estaba entre sus prioridades.
La duda permanente era si iban a poder probar algún bocado de lo que sea, una pera o una manzana, para que la fecha no transcurriera como otra más en su cotidiana pobreza.
Tras la publicación de un reportaje que describía sus penurias, el presidente Luis Abinader instruyó al ministro de la Presidencia, Joel Santos, para que acudiera en auxilio de esa familia y la ayudara a mitigar sus necesidades.
Así fue.
Un equipo responsable de las asistencias sociales del ministerio acudió a la casucha con juguetes, alimentos de la cena de la Nochebuena para esa familia y veinte más del vecindario, llenando de gozo a los infelices.
El gobierno ha prometido hacerse cargo de los tratamientos y las medicinas que necesita uno de los hijos que sufre cardiopatía congénita, así como reparar la vivienda y dotarla de las comodidades que nunca ha tenido.
Se trata de una gran obra humanitaria como respuesta a un reportaje publicado ayer por el Listín, a la que se han sumado otras personas con deseos de ayudar.
El espíritu de la Navidad no solo se manifiesta en la celebración jubilosa del nacimiento del hijo de Dios, sino en las acciones de generosidad, amistad y solidaridad que fortalecen la unidad familiar y la mejor coexistencia entre los humanos.
Las luces de esta tradición brillaron ayer al volcarse tantas ayudas y muestras de solidaridad con Andreina y su familia, un ejemplo que los dominicanos saben replicar frente a muchas calamidades y desventuras.
Esto demuestra que Dios no abandona a ninguno de sus buenos hijos, sea cual sea la circunstancia.