Referéndum, consenso nacional y pacto de nación

Cuando dos Estados tienen algún desacuerdo o disputa que concierne a sus derechos soberanos, territoriales o marítimos, hay distintas vías pacíficas para procurar un entendimiento.

Lo mismo aplica para los casos en que un Estado necesite tomar una decisión que pueda afectar el interés nacional, unilateral o bilateralmente.

Las vías posibles son el referéndum, una especie de consulta con amparo constitucional, la concurrencia a un tribunal o corte internacional para un arbitraje o la búsqueda de un consenso nacional, que implique la aprobación de la mayoría de los sectores representativos de una nación.

Un conflicto de más de 130 años, por ejemplo, se mantiene latente todavía entre Venezuela y Guyana, respecto a la soberanía del Esequibo, un territorio de 160 mil kilómetros, con inmensa riqueza mineral.

Ni el laudo arbitral de París, en 1889, ni el Acuerdo de Ginebra, en 1966, han subsanado la vieja disputa.

Pero ahora Venezuela ha convocado a un referéndum consultivo el 3 de diciembre para dejar en manos de la voluntad popular una decisión nacional respecto a esa controversia, la que repudia Guyana.

Este paso ha creado temores de que la disputa escale de grados y que conduzca a una confrontación de fuerzas entre ambas partes.

Venezuela quiere declararlo estado provincial, vale decir, parte de su territorio, y nacionalizar a sus habitantes, una pretensión que rechaza Guyana y que dice estar dispuesta a resistir.

Sin que en el fondo haya una similitud, el actual diferendo entre Haití y República Dominicana sobre el uso compartido y regulado de las aguas del río Masacre podría desembocar, si algún factor imponderable lo agravase, en un arbitraje internacional.

El Tratado de Paz que definió este uso compartido sería, en todo caso, la base de un eventual arbitraje, tanto para validarlo o para reinterpretarlo y enmendarlo.

Si eso ocurriese, sería preciso invocar la figura del referéndum consultivo o consensuar una postura nacional que unifique al país.

Por eso tiene un sentido de utilidad y oportunidad la firma del pacto de nación, que se produjo ayer, para definir las líneas de la política exterior dominicana frente a Haití, independientemente del curso que tome el diferendo del Masacre.