Barrio por barrio, calle por calle, contra el dengue

El dengue ha sentado sus reales en el territorio nacional, dejando hasta ahora un inaceptable balance de muertes en niños y adolescentes.

Clínicas y hospitales de todo el país están lidiando, con precariedades y carencias, para contenerlo.

Su meteórica propagación amerita, con urgencia, que se afronte con profesionalidad, dedicación, humanismo y entrega.

Para lograr un exitoso resultado, es fundamental la combinación armónica del gobierno, los médicos, enfermeras y sobre todo, la familia.

El esfuerzo mayor hay que dedicarlo a la labor preventiva, a evitar la infestación y la propagación del virus.

Haciendo conciencia de la gravedad de la situación, el presidente Luis Abinader ha dispuesto tareas puntuales de fumigación, limpieza y detección de casos, para cortarle el paso a la propagación.

Fumigar, barrio por barrio y calle por calle, para reducir la población del mosquito vector y bloquear la transmisión masiva, es una tarea imperativa.

Desplegar hospitales móviles en los focos más activos, limpieza masiva de basura, malezas y drenaje de charcos en todo el territorio, es vital para reducir el ambiente donde se reproduce el mosquito transmisor.

Establecer un diagnóstico acertado, a tiempo y aplicar el tratamiento adecuado a estos pacientes, es la clave para evitar muertes.

El Ministerio de Salud y las clínicas privadas deben proceder a habilitar camas para el ingreso de pacientes con dengue u otras afecciones respiratorias, porque ya escasean.

Ante este pico de dengue, se necesita la gerencia y el liderazgo de las autoridades, pero corresponde a las familias cuidar con celo para que sus hijos no sean picados por el mosquito.

Nada es más importante que una vez se detecta algún síntoma compatible con dengue, acudir a médicos competentes y seguir un protocolo rígido para tratar todo paciente febril como si fuera un caso grave.

La vida de la niñez y la adolescencia, ahora seriamente amenazada por el dengue y otros virus concurrentes, merece fina atención y el desvelo de toda la sociedad.