La cuna de una nueva Policía
Una reforma profunda de la Policía Nacional fue, por años, una tarea postergada por los gobiernos, hasta que el modelo hizo metástasis.
Producto de una degradación en los perfiles de sus altos mandos y de los agentes, ese cuerpo fue perdiendo eficacia como ente protector del orden y la seguridad ciudadana.
Y, más que eficacia, perdió autoridad y confianza ciudadana desde que se evidenció que muchos de sus miembros, en todos los rangos, fueron corrompidos por los agentes del crimen organizado.
Rehacerla, refundarla, transformarla en una policía moderna, en la que predominen la formación profesional, la honestidad, la competencia operativa y las remuneraciones dignas, es una de las más importantes decisiones del gobierno del presidente Luis Abinader.
La reforma, como es lógico, no producirá ese milagro de la noche a la mañana. Pero dará sus frutos. Y la sociedad debe ser la primera que apueste a ese objetivo.
Ya la Policía está siendo sacudida e impactada por los vientos de la reforma.
La apertura del nuevo Centro de Entrenamiento Policial en Gaspar Hernández, por el que habrán de pasar unos tres mil nuevos agentes que completarán una formación profesional integral, es uno de los pilares de la reforma del cuerpo del orden.
Unos 120 docentes universitarios y 180 instructores dominicanos y extranjeros por cada mil agentes seleccionados, se ocuparán de formar un policía con otra mentalidad y con otras destrezas para cumplir la misión de asegurar a la ciudadanía.
No es una policía simplemente truculenta, impreparada y vulnerable a los contubernios con los delincuentes, poblada de individuos enganchados sin pasar por los filtros rigurosos que pongan a prueba su integridad y su nivel de capacitación intelectual y emocional.
En el trayecto de la reforma, el gobierno la ha ido depurando, ha ido mejorando las condiciones de vida y de ingresos de sus miembros y de sus familias, incorporándolos a planes de seguridad social y acceso a viviendas, becas de estudios y otros beneficios.
Hay que reconocerle al presidente Abinader el empeño personal que ha puesto para dignificar la misión del policía y para configurar una nueva institución del orden cuando ya la sociedad había perdido la confianza en ella, hasta el punto de aborrecerla.