Qué justifica el cierre de la frontera

Mucho tiempo antes de que estallara el conflicto del canal del Masacre, el país estaba perfilando cuidadosamente una estrategia de defensa y seguridad nacional ante la crisis de Haití.

Tras el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moise, el 7 de julio del 2021, se observaron las primeras acciones concordantes con esa estrategia.

El gobierno activó el llamado Plan Gavión, que implicó el cierre de la frontera para el tránsito de vehículos y personas, el reforzamiento numérico de tropas, en especial de unidades tácticas, y el envío de equipos aéreos.

Siete meses después, anunció la construcción de la primera etapa de la verja fronteriza inteligente con una inversión de $1,750 millones de pesos.

En octubre del año pasado, el presidente Abinader ordenó la adquisición de 10 nuevas aeronaves para reconocimiento y vigilancia, así como el reemplazo de seis helicópteros Huey II, 21 vehículos blindados y cuatro camiones anti-motines para el Ejército.

Junto con un abundante avituallamiento para las tropas, que incluyó municiones de todo tipo, el gobierno otorgó incentivos salariales a los miembros del CESFRONT, y recientemente les aumentó el sueldo a 29 mil pesos mensuales.

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QUÉ JUSTIFICA EL CIERRE DE FRONTERA


Con la activación del Comando Aéreo Sur, en Barahona, la estrategia de defensa y seguridad nacional adquirió otra dimensión.

En paralelo con la línea armamentista, el gobierno intensificó las redadas para detener haitianos indocumentados, repatriando a 137, 957 de enero a agosto de este año.

Y al menos 61 personajes haitianos vinculados a las pandillas armadas y grupos políticos conexos, fueron oficialmente incluidos en una lista de impedidos de entrar a nuestro país.

Todo este ensamblaje de seguridad militar obedecía y obedece a una razón preventiva: reforzar y elevar la listeza militar de las tropas, ejercer un mayor control migratorio y aduanero y ampliar el arco de la vigilancia en toda la línea limítrofe.

Lógica y legítimamente, esto es lo que le corresponde hacer a un Estado cuando visualiza que la situación de violencia, inseguridad, hambruna e insalubridad creciente en Haití puede significar una real amenaza para el país.

El conflicto que se ha desatado al reanudarse la construcción de un canal derivador por parte de Haití viene a ser un componente añadido al de la combustión del vacío de poder e ingobernabilidad en ese país.

Una provocación calculada. Con chantaje internacional incluido.

Al producirse, justo en el momento en que se alista una coalición de tropas extranjeras para restablecer el orden y la institucionalidad en Haití, el cierre fronterizo representa una doble jugada de seguridad preventiva.

Con la fluidez que han alcanzado los preparativos para la intervención de fuerzas extranjeras en Haití, no tendría mucho sentido desmantelar este sistema de protección ya establecido en la frontera, como respuesta indulgente a un eventual cese de los trabajos del canal.

Esta es la “Raya Abinader”, más nítida y comprensible ahora que la intervención de tropas extranjeras en Haití luce más inminente e inevitable.

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