Asesinatos escalofriantes

Una sucesión de asesinatos escalofriantes en lo que va de año ha puesto al descubierto el nivel de violencia extrema que está cobrando la criminalidad en nuestro país.

Al estilo de Sinaloa, México, aquí ya estamos presenciando los reflejos de los “ajustes de cuenta” o crímenes por encargo, actos que por su precisión o características, solo pueden acometerlos sicarios bien preparados.

Hace apenas un mes, cuatro jóvenes aparecieron muertos a tiros en Rancho Arriba, Ocoa, sin que se sepan las causas ni la identidad de los asesinos.

El 20 de agosto dos jóvenes fueron asesinados en Baní, en esta misma semana un oficial policial apareció con un tiro descerrajado en la cabeza y sus extremidades amarradas en Santo Domingo Este.

Y este jueves fueron hallados en La Vega dos hombres calcinados dentro de un vehículo, en lo que tiene características de un asesinato al modo en que han ocurrido otros, este mismo año, en distintas partes del país.

En esta secuencia se registran los frecuentes descubrimientos de personas ejecutadas y lanzadas a matorrales o cuerpos de agua, en algunos casos atados con sogas o cadenas.

No caben dudas de que los asaltos y despojos callejeros no merman en ninguna parte, pese a los esfuerzos hechos por las autoridades para combatir la delincuencia y criminalidad.

Es que estas siguen su curso, francamente van en escalada, y son pocos los ciudadanos que creen que los episodios de violencia extrema se han reducido.

Lo esencial es admitir que hay latencia de peligrosidad.

Porque aunque esos casos de muertes escalofriantes parezcan aislados, sin dudas que responden al patrón que emplean los carteles del narcotráfico para vengar deslealtades.

Al igual que los que emplean, de su parte, las “fuerzas oscuras” que operan bajo las sombrillas de alguna autoridad para eliminar testigos o ejecutores de perversas fechorías, o para borrar huellas de su propia complicidad.

Por dondequiera que se vea esta realidad, estos episodios tienen íntima conexión con el clima de inseguridad ciudadana que sufre la sociedad desde hace tiempo.