editorial

El torniquete no funciona

El cordón militar para la protección de la línea fronteriza, una especie de torniquete para yugular el flujo de inmigrantes ilegales, no está funcionando con eficacia.

Las interceptaciones diarias de vehículos cargados de ilegales, sin contar los que evaden los controles militares en diferentes tramos carreteros de las provincias fronterizas, es la más elocuente evidencia.

La sociedad no puede sentirse realmente protegida si percibe que, pese al despliegue de más de 11,000 soldados en la frontera, la penetración ilegal sigue indetenible.

Solo en el primer semestre de este año, la Dirección General de Migración ha detenido y repatriado a 114,128 haitianos que penetraron, lógicamente, sin visas ni permisos especiales.

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EL TOURNIQUETE NO FUNCIONA


De julio hasta ahora, las repatriaciones siguen siendo significativas, señal de que al erario le está saliendo oneroso movilizar inspectores y vehículos para localizar ilegales y para devolverlos a Haití.

A esto hay que sumar las abrumadoras cargas financieras que tiene el Estado al proveer atenciones, alimentos y medicinas a parturientas o haitianos enfermos en los hospitales públicos, de manera gratuita.

Al cobrar peajes para dejar pasar por la frontera a haitianos ilegales, sin importarles si son agentes de bandas criminales o contrabandistas, los militares que se prestan a eso están cometiendo un crimen de lesa patria.

Porque prohíjan la violación de la ley migratoria, ignorando los riesgos y peligros que esta penetración ilegal puede significar para la seguridad y la soberanía nacional en momentos en que Haití es escenario de una guerra intestina que no parece que tendrá fin en el futuro inmediato.

Más que afuera, parece que el enemigo más solapado lo tenemos dentro, aflojando el torniquete fronterizo por un puñado de dinero maldito.

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