Editorial

Otro baldón ignominioso

Cada año, cientos de dominicanos resultan con quemaduras graves en sus cuerpos por causas de incendios o descargas eléctricas.

La tasa de mortalidad por estos accidentes oscila entre el 26 y el 30 por ciento de los quemados, una de las más altas del mundo.

La razón de esta alta mortalidad radica en el hecho de que el país no cuenta con suficientes y apropiadas infraestructuras para atender a los quemados.

Y, adicionalmente, a que no dispone de un banco de piel o de tejidos para atender las emergencias y salvar vidas, ni existe cultura para las donaciones voluntarias de órganos humanos.

Por el momento, funcionan dos unidades especializadas. Una en el hospital traumatológico Ney Arias Lora, de la capital, y otra en el infantil Arturo Grullón, de Santiago.

Este último está prácticamente paralizado por falta de donantes de piel. La unidad de la capital, en lo que se abre una nueva en la Ciudad Sanitaria, tiene 11 camas.

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OTRO BALDÓN IGNOMINIOSO


Insuficientes para atender las demandas en un país que, año tras año, registra más de 1,700 pacientes quemados.

Es tiempo de decidir e invertir recursos para crear unidades de quemados, si no en cada provincia, al menos en seis o más centros regionales o subregionales.

Pero mientras esto cristalice algún día, es imperativo crear un banco nacional de piel y tejidos que supla piel de cerdo o cadavéricas para injertos.

Esta debería ser una prioridad nacional para reducir otra alta tasa de mortalidad que, como la de las víctimas de los accidentes de tránsito, constituyen baldones ignominiosos para la República.