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Mucho más que calor

Una combinación de factores artificiales está provocando una ola de altas temperaturas en todo el mundo.

Estas, a su vez, infligen daños inimaginables al ser humano y al ambiente.

Con fuegos descomunales y sin control en Norteamérica, Europa y Asia –principalmente–, la Tierra está liberando enormes cantidades de carbono como para afectar seriamente la calidad de vida.

A esa anormalidad se agrega un calentamiento extraordinario en los océanos y mares, dando lugar a una sensación calurosa que afecta la vida humana, animal y vegetal.

Los efectos van directos sobre los seres humanos, deteriorando la salud, introduciendo fatigas, bajo rendimiento laboral y creativo, irritabilidad y daños al sistema cardiovascular, entre otros.

El globo está navegando bajo los efectos de El Niño, un calentamiento máximo en el océano Pacífico que altera el clima en todo el mundo.

Con él se desatan temperaturas extremas, períodos de sequía y lluvias torrenciales con acumulados récord en poco tiempo.

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Y no estamos hablando de un período corto. Los efectos de El Niño se van a sentir y sufrir por el resto de este año y probablemente durante todo el 2024.

La ola de calor es un serio desafío que obliga a cada familia y cada persona a adoptar decisiones responsables para cuidar la salud, los bienes y el hábitat.

Corresponde a las autoridades tomar ahora acciones preventivas para evitar que la falta lluvias nos deje sin agua, y arruine la vida de los más vulnerables.

Para eso hay que detener firmemente la depredación de las cuencas de los ríos y avanzar en una cultura de reforestación en las montañas.

También se impone limpiar los sistemas de drenajes en las ciudades y hacer las podas necesarias para evitar bloqueo de vías y tumbado del cableado.

El mundo y nuestro país viven horas difíciles y es responsabilidad de todos afrontarlas con inteligencia, honestidad y sacrificio, porque ahora el juego es mortal.