editorial
Un necesario gesto de indulgencia
La justicia tiene sus mecanismos para facilitar la ejecución de una medida que no puede esperar más: la vuelta a sus casas de los presos cuya salud ha colapsado irreversiblemente.
Son más de ochocientos los que sufren, en la cárcel, las secuelas de trastornos mentales, del Sida, de distintos cánceres y discapacidades que se agravan progresivamente.
Un soplo de indulgencia, en los casos específicos de enfermos con afecciones terminales o mentales, podría materializarse mediante una amnistía frente a la pena de prisión, trocándola en domiciliaria.
Los colegios Médico y de Abogados, así como la Comisión de los Derechos Humanos y la Defensoría Pública, comparten la propuesta que editorialmente ha hecho el Listín Diario en este sentido.
Creemos que este sería un legítimo acto de justicia, como por igual cualquier esfuerzo excepcional para liberar a los privados de libertad que han cumplido y excedido los plazos de su prisión preventiva.
Con los agudos problemas que gravitan sobre el sistema penitenciario, a causa del enorme hacinamiento de personas que desbordan las capacidades de las cárceles, toda medida paliativa, como la de desalojar esos recintos, será reconocida por la sociedad.
Tal como propone la Fundación Institucionalidad y Justicia, es pertinente convocar una mesa de diálogo con representantes del ministerio público, el poder judicial, la Defensa Pública y la Dirección de Servicios Penitenciarios, para abordar la problemática.
El consenso frente a esta idea es más que evidente.
Por tanto, urge poner en marcha los mecanismos legales existentes para hacer volver a sus hogares, a cumplir sus penas, a los centenares de ciudadanos, adultos mayores, que están postrados o incapacitados por graves enfermedades, más que nada por una razón indiscutiblemente humanitaria.