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editorial

La “subasta” electoral

En un tiempo de erosión de los valores sociales y morales, como el que patéticamente ha estremecido los cimientos de la escuela pública, poco parece faltar para que la democracia también sucumba a ese síndrome.

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EDITORIAL | LA SUBASTA ELECTORA


Aunque la República Dominicana se distingue como una de las contadas “democracias electorales” del mundo, el sistema de partidos que la alimenta y sustenta, corre riesgo de agrietarse o desnaturalizarse.

Entre sí, los partidos están echando el pulso en una especie de “subasta” electoral, procurando fortalecer sus posicionamientos para los comicios municipales, legislativos y presidenciales del 2024, a costa de drenar a otros.

Más fluido y abundante que en el pasado, el transfuguismo se ha puesto de moda, degradando el principio de la lealtad partidaria, las convicciones políticas o ideológicas que una vez dijeron abrazar aquellos que dan el salto burlándose de los que los eligieron para cargos en el Estado o en la dirigencia de sus partidos.

Propiciando el transfuguismo, los partidos se corroen mutuamente y convierten el acceso o derecho de membresía en un toma y daca de ofertas al mejor postor para comprar futuras candidaturas y las ovejas del rebaño, en un mercado sin reglas.

De ese modo, los partidos van renunciando sin darse cuenta a una de sus misiones esenciales: la de representar y defender el bien común de la sociedad desde el poder o desde los espacios de influencia que han adquirido en ella.

Perdiendo la orientación de sus brújulas, los partidos que alientan esta “subasta” electoral solo reflejan que luchan por intereses muy específicos, no por los generales y esenciales de la sociedad, que son los que les dan legitimidad y vitalidad.

Si ya otras esferas de la sociedad muestran los signos de una degradación o decadencia, no es descartable, entonces, que este fenómeno de dilución progresiva de los valores alcance también a la democracia, como sistema político e institucional, en la medida en que los partidos edifican con las “subastas” electorales el mejor altar al oportunismo, a la codicia y a la corrupción de los que pujan por llegar al poder.