editorial
La lucha anti-ruidos ha fracasado
Los planes anti-ruidos han fracasado en el país.
Hasta ahora, sus alcances han sido muy limitados, para no decir que son insuficientes.
La incapacidad de controlarlos o minimizarlos es, en sí misma, la causa de que los ruidos sigan siendo elementos perturbadores de la tranquilidad y la salud de los ciudadanos.
Una vez se anunció una disposición del ministerio de Interior y Policía para impedir ruidos a partir de las 10 de la noche, pero los que los provocan no respetan esa disposición.
Esporádicamente se informa de incautaciones de bocinas que difunden música a alto volumen en las vías públicas, bares o colmadones, pero sus propietarios reinciden tras pagar multas o cumplir el cierre temporal de sus negocios.
Hay una epidemia de ruidos nocturnos causada por vehículos o motocicletas que, al circular a alta velocidad sin reguladores de la sonoridad de sus motores, perturban y estresan a los vecindarios.
Todas las noches, desde las 10 pm, se registran estas pruebas de velocidad y ruidos en el túnel de la 27 de Febrero o en la avenida Pedro Henríquez Ureña, causando desasosiego en los sectores residenciales.
El fracaso de los programas anti-ruidos es el fracaso de una autoridad incapacitada para proteger a los ciudadanos de sus nocivos efectos.
Esto lleva a que toda la sociedad sufra un problema que la estresa y que daña todos sus sistemas de convivencia en orden y tranquilidad.