Siete mordientes palabras
El incisivo Sermón de las 7 palabras ha puesto el dedo en las llagas de una sociedad herida por la corrupción, la inseguridad ciudadana, el descalabro moral y las penurias para vivir.
Lo que la Iglesia proclamó el viernes son las mismas verdades con las que, año tras año, muestran los signos de una larga cadena de quiebras de nuestros valores.
Esta vez, la tónica se ha enfocado en las evidencias de corrupción generalizada desde la base hasta la cúpula del poder, haciendo que la propia Iglesia pida perdón a Dios por la deshonestidad de los políticos.
La falta de oportunidades de empleos, que ha empujado a miles a emigrar hacia otros países, hizo también que uno de los predicadores se atormentara frente a la idea de que, en un futuro, seamos menos los dominicanos que queden en este suelo.
Sobre la violencia delictiva y criminal que acentúa la inseguridad ciudadana, la Iglesia habla también de la que arranca la vida a las mujeres.
Y de la violencia verbal, que conjuga insultos, palabras soeces y otras vulgares imprecaciones, latentes en el lenguaje, las letras de música urbana, y las discusiones de usuarios en redes sociales.
En este cóctel de valores suplantados, no podían quedarse al margen los daños al medio ambiente, provocados por la inconsciencia de los ciudadanos o por prácticas maliciosas de deforestación.
Ante este cuadro de realidades descritas, solo falta pedirle ahora a la providencia su pronto auxilio para tocar los corazones de los que han causado o sido víctimas de esta degeneración social y política, a ver si abren sus oídos al mensaje que invita a enmendar los errores y crecer espiritualmente.