Lo que significa un país estable y democrático

Hasta el 1951, es decir, hace 72 años, la economía del país no figuraba entre las primeras quince de la América Latina. En cambio, la de Haití era entonces más grande que la nuestra con un Producto Interno Bruto de 7,154 millones de dólares. Nosotros, apenas, teníamos un PIB de 5,400 millones de dólares. Hoy, los papeles están radicalmente invertidos. La República Dominicana exhibe un Producto Interno Bruto (medido en función de la paridad del poder adquisitivo) de 270,818 millones de dólares. Y somos, según el Banco Mundial, la séptima economía latinoamericana , con vocación de seguir escalando el ranking en 2027. Hoy Haití ni siquiera aparece en este mapa, ya que apenas marca un PIB de 36 mil millones de dólares y ha pasado a ser la nación más pobre de América y, para colmo, naufragar en las turbulencias de un Estado fallido. ¿Cuál ha sido el factor que ha modificado, en medio siglo, este cuadro de indicadores económicos? Sin dudas, la existencia de un consistente proceso de robustecimiento del sistema democrático y de estabilidad política y la visión de nuestros presidentes en cada uno de esos tramos. A ello se suma la pujanza y calidad de nuestros empresarios y la certera política de transición de una economía de materias primas, hacia una de servicios, con énfasis en el turismo, la industrialización y la conquista de mercados internacionales para nuestros productos. Para que la comparación con Haití no parezca improcedente, hay otro dato más relevante: el PIB dominicano es mayor al de 19 estados de los Estados Unidos, que apenas suman 116 mil millones de dólares. Claro, al país le falta todavía mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos para que podamos equipararnos a esos estados norteamericanos. Pero el solo hecho de llegar a estos niveles en 2023, en comparación con 1951, es una indiscutible proeza.

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