EDITORIAL

Lenguaje de señas

En el país hay muy pocos intérpretes de señas para traducir mensajes a las personas que sufren de discapacidad auditiva.

Sin embargo, en otras naciones este es un oficio muy apreciado, bien remunerado y promovido como carrera corta en institutos y universidades.

En aquellos donde existe legislación específica sobre su papel en la educación y en servicios sociales, es obligatorio el empleo de los intérpretes de señas en el acompañamiento de los estudiantes sordos.

También se consideran indispensables en la atención de pacientes con esta discapacidad en hospitales, tribunales, líneas aéreas y oficinas gubernamentales.

Aquí, empero, ni se promueve como una fuente segura de empleo a jóvenes especializados en esas destrezas ni se les remunera bien a los pocos que ofrecen este servicio.

Bachilleres sordomudos que desean continuar sus estudios en la universidad les resulta difícil conseguir estos intérpretes. Tendrían que contratarlos, lo que por lo regular, les resulta imposible.

En tal caso, el gobierno, a través de algunos ministerios, puede emplear los intérpretes y, de común acuerdo con universidades, ofrecerles becas parciales o totales a los discapacitados, o asignarlos a hospitales y oficinas públicas.

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