Jacqueline, el Estado te falló

La muerte en un naufragio de la joven profesional del magisterio Jacqueline Hiciano, es una noticia que le parte el alma a la nación.

Nunca pudo trabajar como maestra, como era su gran anhelo, porque no le dieron la oportunidad las veces que se postuló para el puesto, una vez graduada en esa especialidad.

Frustrada, decidió junto a otros compueblanos de Villa Riva arriesgar su vida yéndose en una embarcación a Puerto Rico, como lo han hecho otros dominicanos decepcionados por la falta de empleos o fuentes legítimas de ingresos.

A Jacqueline le apremiaba trabajar y ganar dinero como educadora en el sistema escolar público, para ayudar a sus hijos y comprar los medicamentos que necesita su madre enferma.

Pero la suerte no la acompañó en la conquista de sus aspiraciones.

Su muerte trágica, buscando un mejor porvenir en otro país, interpela al Estado y a la sociedad sobre una realidad a la que no se le ha dado la debida importancia, sino cuando ocurren estos episodios.

Esta tragedia plantea dos interrogantes: ¿Cuándo el Estado asumirá con seriedad la tarea de promover la educación para el empleo, facilitando con becas u otras ayudas a los jóvenes que quieren iniciar y culminar una carrera profesional?

Y esta otra: ¿En qué medida, una vez desarrollada esta estrategia para la formación de los recursos humanos que necesita la sociedad, el Estado puede proveer el acceso a empleos dignos para estos ciudadanos capacitados?