Michela, una novia en la clandestinidad
Estaba convencido de que la providencia lo tenía reservado para “hacer algo grande” en la vida política dominicana.
¿Qué razón podía haber para que yo saliera ileso sistemáticamente de todos los cercos que me tendieron?, se preguntaba a sí mismo durante sus cavilaciones en la clandestinidad.
Transcurría febrero de 1973, hace ya 50 años, y el más relevante líder de masas del país en esos tiempos permanecía oculto evadiendo la feroz persecución que lanzó el gobierno sobre él, creyéndolo cómplice del desembarco guerrillero del coronel Caamaño.
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