La conjura antinacional sigue en pie

El presidente Luis Abinader ha prestado atención a las legítimas inquietudes de la sociedad dominicana y ha decidido retirar del Congreso su polémico proyecto de ley de trata de personas y tráfico de inmigrantes, a los fines de revisarlo.

Una medida atinada que devuelve el sosiego al pueblo que ha percibido, en ese proyecto, las intenciones subyacentes de poderes foráneos para imponerle al país un nuevo esquema migratorio lesivo a su soberanía.

Aun cuando el propósito es re-examinarlo y, posiblemente, liberarlo de sus cláusulas más cuestionables, el país no puede bajar la guardia frente a las presiones que se ejercen para influir en sus contenidos y alcances.

Es loable que, al recoger el proyecto en el Senado, donde iría a vistas públicas, el presidente haya dado garantías de que no aceptará ningún acuerdo o norma que signifique acoger a los haitianos afectados por la crisis en su país.

Ese es, justamente, el meollo de la conjura antinacional acicateada desde dentro y fuera del país para forzarlo a crear garantías, facilidades y privilegios a los inmigrantes ilegales que vengan aquí alegando ser víctimas de tráfico o trata de personas.

Desde mucho antes de la histórica sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, que definió el régimen jurídico sobre la nacionalidad, poderes foráneos han intentado imponernos un modelo de frontera abierta para convertirnos en un reservorio de refugiados.

El país le respondió, en su momento, no solo con esa histórica sentencia del TC, sino con un proceso de regularización y naturalización de extranjeros inmigrantes.

En tal contexto, ese fallo fijó los parámetros constitucionales que definen el status legal de los hijos de extranjeros nacidos en el país e irregularmente inscritos en el Registro Civil, instrumento que también fue sometido a una exhaustiva revisión.

Aceptar ahora nuevas disposiciones legales que modifiquen nuestro marco migratorio sería un imperdonable acto de claudicación de nuestra soberanía y un vulgar sacrilegio al ideario de los padres fundadores de esta nación y a la Constitución misma.

En este proceso de examen exhaustivo de la controversial pieza, el gobierno debe evitar caer en este gancho siniestro y enfrentar con firmeza, con todo el pueblo a su lado, esta conjura antinacional que avanza a todo vapor pretendiendo disolver las bases de nuestra soberanía e identidad.

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