Haití, un factor desestabilizador
Con una crisis que cada día se agudiza, Haití representa para la República Dominicana su principal factor externo de desestabilización.
En un año que presagia convulsiones sociales aparejadas con la inflación mundial, esta perspectiva se torna más realista y posible.
Ya sea por los apremios de la hambruna o del inaguantable nivel de inseguridad, los haitianos han comenzado a escapar, por tierra o por mar, hacia refugios más seguros.
Hasta ahora, el destino más cercano, más fácil y menos peligroso, es nuestro país.
Por lo tanto, aquí buscarán lo que les hace falta para vivir en su país, engrosando la ya voluminosa masa de compatriotas que les antecedió en el éxodo.
Esa población flotante, sin cultura de apego a las leyes, costumbres y valores nacionales, ejercerá de forma natural una presión para lograr mejores modos de subsistencia, una demanda extraordinaria para la cual este país no está preparado.
El gobierno del presidente Abinader ha hecho los mayores esfuerzos para que la comunidad propicie una restauración del orden y la institucionalidad democrática en Haití, justamente para evitar que esa crisis se traslade hasta aquí, en sus múltiples variantes.
Es una pena que las fuerzas vivas de Haití, incluyendo a su endeble y de facto régimen, hayan desestimado las ofertas que por vía diplomática ha hecho la República Dominicana en el último año y medio, para negociar aquí una concertación.
Hasta una comision mediadora de expresidentes ha estado dispuesta a intervenir, por solicitud dominicana, en el montaje y conducción de esa concertación, según hemos sabido.
Pero la cerrazón y la sinrazón de esos sectores haitianos han predominado más que el auténtico deseo de rescatar a su país de su profundo caos.
Lo que toca, ante la escalada de la crisis, es elevar todos nuestros sistemas de defensa del territorio y de nuestro proceso de recuperación y crecimiento de la economía, para que el factor Haití no sea el detonante que los eche por el suelo.