La pandemia de los trastornos mentales
No solo el Covid atenazó los pulmones de muchos contagiados.
También alcanzó los corazones y los cerebros de los más vulnerables, dejando secuelas fatales en muchos casos.
Aparte de estos efectos, la pandemia, como tal, sumió a los humanos en muchas privaciones imprevistas.
Como resultado de la atmósfera de incertidumbre que ha persistido desde entonces, a los síntomas reales que han abatido a millones de personas, ha seguido una generalizada somatización de los mismos.
Esta es la fuente de tantos trastornos mentales que se manifiestan, en el caso de los dominicanos, en miles de consultas presenciales o virtuales con psicólogos y psiquiatras.
La cadena de consecuencias es larga. La salud emocional, cuyo quiebre puede desencadenar daños reales al sistema inmunitario, ha entrado en crisis.
No únicamente por la calamidad pandémica, sino porque el Covid nos atrapó en una etapa de transición de las sociedades que ha determinado cambios de mentalidad, de paradigmas y de aspiraciones.
Mucha gente puede sentirse atrapada en las angustias por estos giros de sus vidas en el presente y por un futuro que les luce incierto, y por eso se abarrotan los consultorios de los especialistas de la conducta.
Otros, los que no tuvieron el chance de recibir terapias, han terminado suicidándose, o presas de la ira por cualquier motivo, o enloqueciéndose.
Enhorabuena que, ante esta pandemia de los trastornos mentales, el Ministerio de Salud Pública haya anunciado un plan para asistir a los afectados mediante líneas de consulta y auxilios.
La situación es seria. Lástima que las limitadas líneas de este editorial impidan describirla en su real dimensión y consecuencias.