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Un panorama escabroso

El atentado a tiros contra el presidente del Senado de Haití, Joseph Lambert, es otro episodio elocuente que prueba el frágil estado de inseguridad que predomina en ese país.

El 7 de julio de 2021, su presidente fue brutalmente asesinado en su propia casa y el sucesor de facto, el actual primer ministro, por poco corre la misma suerte al ser tiroteado mientras asistía a actos oficiales en un par de ocasiones.

Sobre este último penden las amenazas de las bandas armadas –que hoy tienen el control del país– de que lo sacaran del poder, vivo o muerto.

Estas señales confirman el progresivo deterioro de la situación de ingobernabilidad que, combinada con el encumbramiento de la violencia armada de las pandillas mafiosas, tienen a Haití en un callejón sin salida.

Al cesar ayer en sus funciones los miembros del Senado, del que Lambert era presidente, el balance del endeble poder institucional se ha quebrado, abriendo más y más los apetitos de mando de las partes en conflicto.

Mientras tanto, la comunidad internacional se mantiene dubitativa sobre el deber que le corresponde de asistir y auxiliar a Haití a reencontrar la vía de escapar a sus profundas crisis.

Hambrunas, enfermedades contagiosas, violencia armada, falta total de seguridad ciudadana y desacuerdos entre los líderes, atizan el éxodo de miles de haitianos, tanto hacia acá, como a Estados Unidos y otros países.

La ola migratoria es una de las derivaciones directas de la crisis.

Tal vez se convierte en el factor de envergadura que obligue a la comunidad internacional a intervenir para contener su expansión como forma de evitar que asuma los perfiles de una catástrofe humanitaria.

En lo que llegan, sin muchas esperanzas, las respuestas a esta crisis in crescendo, la República Dominicana queda más expuesta a sus amenazas, peligros y consecuencias, sin muchas cartas a la mano para esquivarlas.

Ni para verse al margen de una crisis que, sin haberla provocado, es casi suya también.

El único camino es abrir un escudo de defensa para la protección de su soberanía y del innegociable principio a la libre determinación, herencia de nuestras luchas por la independencia y canon sagrado de la Constitución.

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