Insólita desconsideración
El grito retumba por todas partes: a la mayoría de los empadronadores del Censo no se les ha pagado la remuneración por su arduo trabajo de casi un mes.
No se justifica ni se admite que a voluntarios que se prestaron para llevar a cabo su ardua tarea, a pies, por ciudades y zonas rurales, se les trate de esta manera.
Sobre todo si para esos fines la Oficina Nacional de Estadísticas contaba con un presupuesto de más de 3,000 millones de pesos.
El acuerdo era que, al culminar cada semana de trabajo, los empadronadores y supervisores recibirían los estipendios acordados.
Los 35,000 empadronadores recibirían como pago un total de 17,000 pesos y los supervisores 25,000, como honorarios, a los que se les adicionarían un viático por día para moverse y comer durante las jornadas.
Aparte del fiasco en el cumplimiento de estos acuerdos de pago, mientras el gobierno reparte bonos por más de 2,400 millones de pesos en las navidades, el trabajo del censo ha sido bastante cuestionado y desacreditado.
Es lamentable que un esfuerzo de alto interés y valor nacional haya atravesado por estas fallas e incumplimientos, lo que desdice mucho de la calidad y confiabilidad de los datos que pudieron reunirse.
El dinero de los empadronadores tiene que llegar a sus destinatarios ya, aunque con ello la ONE y el gobierno no logren reparar los perjuicios, molestias y el mal sabor que ha dejado en estos voluntarios esta injustificada tardanza en los pagos.