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Buen sistema, con sus altas y sus bajas

En contraste con la traumática experiencia que ha tenido la gobernabilidad en Perú en las últimas décadas, aquí podemos vanagloriarnos de contar con buenos mecanismos de consensos políticos para superar los diferendos sociales.

El sistema político, con sus altas y sus bajas, ya logró pavimentar el camino hacia los entendimientos entre las fuerzas decisivas que manejan áreas del poder, sin caer en las clásicas encrucijadas peruanas.

Ya sea por un desacuerdo en el campo laboral o en el político, aquí los sectores imbricados en la problemática han sabido entenderse y comprometerse en distintos escenarios de diálogo y negociación.

Estas experiencias han permitido un aceptable clima de gobernabilidad y de alternabilidad menos traumáticas, distinto a lo que ocurre en otros países, como Haití, por ejemplo.

El sistema presidencialista, no parlamentario, ha funcionado bien hasta ahora.

Los tres poderes están llamados a actuar balanceados, aunque en ocasiones uno de ellos se ha subordinado a otro, creando un desequilibrio que, por suerte, no ha destruido el modelo de Estado que consagra la Constitución.

Estaría faltando que al poder más sagrado y real, el que representa la voluntad popular, se le ofrezcan las vías reales para ejercitar el referéndum o la consulta nacional a la hora de tomar decisiones trascendentales para la nación.

Aun cuando no existe la figura del referéndum revocatorio, ni los espacios para declarar vacancia o voto de censura a quien ejerce el Poder Ejecutivo, los dominicanos saben que las urnas son el mejor camino para promover la alternabilidad en el poder.

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