Hora de apretar las tuercas

Este país necesita, pronto, pero ya, un tiempo de paz en el que los ciudadanos puedan vivir sin miedos en las calles y en sus casas.

La realidad de hoy es que predomina una profunda sensación de inseguridad porque la delincuencia opera a sus anchas, infalible e impune.

Y bajo un estado así, la responsabilidad del gobierno es la de recuperar el control de las calles, al costo que sea.

Apremia una movilización especial de tropas militares y policiales en los sectores más castigados por la delincuencia, que antes parecían invulnerables.

Como acaba de hacer el primer ministro de Jamaica, Andrew Holness, al implantar un estado de urgencia en distintas zonas de la capital, Kingston, así como en la turística Montego Bay, para detener la acción sangrienta de las pandillas que ha causado 1,360 muertes en lo que va de año.

Guatemala, Colombia y Brasil, que recurrentemente sufren de estos brotes delincuenciales, definen distritos calientes y sobre ellos imponen cercos y puntos de control para mantener a raya a los bandidos.

Aquí, ahora mismo, no podemos decir que tenemos zonas seguras. Pero se puede lograr con un operativo de excepción permanente por lo menos durante 100 días en las zonas más peligrosas.

Eso no significa paralizar la vida de los sectores, sino crear las condiciones para devolver a la ciudadanía la confianza de trabajar y buscar esparcimiento, sin que los miedos la sofoquen.

Y a los delincuentes que se robaron la paz hay que considerarlos enemigos de la seguridad nacional y tratarlos como se merecen, neutralizándolos para que no vuelvan a cometer más fechorías.

El gobierno tiene que apretar las tuercas de su maquinaria punitiva contra la criminalidad y la delincuencia, en la seguridad de que la sociedad lo apoyará y se lo agradecerá.

En esto no puede perder más tiempo.

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