Hasta ahí no se puede llegar

La avenida de circunvalación de Baní es una de las obras más prioritarias de la región Sur.

Más de treinta años agotaron los banilejos reclamándola, como alternativa para facilitar el cruce de los vehículos que van y vienen desde esa productiva zona.

Su construcción, finalmente, está en pie, desde hace dos años, pero va muy lenta.

Más que la lentitud, lo que más inquieta ahora a más de 200 propietarios de fincas o parcelas agropecuarias, es que el Estado no les ha pagado el dinero de la expropiación.

Y esto es un absurdo. Un abuso injustificable.

Porque el Estado no puede destruir propiedades sin pagarles a tiempo a sus propietarios, máxime si son tierras fértiles, de alta rentabilidad, que constituyen su patrimonio familiar.

Con esta morosidad, el Estado le quita sentido, y hasta deslegitima, el verdadero carácter de la obra, llamada a resolver serios problemas de congestionamiento vehicular y contaminación ambiental.

Aunque recibieron inicialmente un avance del 20 por ciento de los valores de la tasación de sus propiedades, hace ya dos años, esta es la hora en que no han vuelto a recibir la totalidad de los pagos.

La utilidad y necesidad de esta circunvalación no pueden quedar marcadas por una expropiación de hecho, matizada por el atropello, la injusticia o un engaño descarado.

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