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EDITORIAL

¡Criminales!

Los que fabrican y venden falsos medicamentos son unos criminales de tomo y lomo.

Se han prestado para un lucro perverso engañando a los ciudadanos que buscan los fármacos que necesitan para el tratamiento de sus problemas de salud.

Ahora acaba de anunciarse el decomiso de más de un millón de pastillas de controlar la presión arterial y aliviar todo tipo de dolores durante allanamientos en locales del Gran Santo Domingo y Santiago.

El volumen incautado pone de manifiesto la envergadura de un negocio criminal que involucra a farmacias y que, per se, constituye una conspiración consciente contra la salud humana.

Sabrá Dios cuántas personas que se confiaron a la eficiencia de esos “medicamentos” murieron de infartos o sufrieron choques cerebrales por culpa de estas porquerías.

Es lo que se llama un asesinato con impunidad, pues las autoridades hallaron y decomisaron también maquinarias e insumos para la fabricación, empaque y etiquetado de los falsos productos.

En un caso como este, que ya tiene semejantes antecedentes, el ministerio público y la justicia deben descargar todo el peso de su capacidad punitiva contra estos criminales y sus cómplices.

Es la oportunidad de dar un ejemplo de que la autoridad no puede tolerar semejante conspiración contra la salud y la vida por parte de unos cuantos insaciables y malvados negociantes.

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