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Los que nunca aparecen

No hay maneras de medir el grado de angustias, ilusiones o desesperanzas que desata en una familia la desaparición de uno de los suyos.

En ese torbellino de dudas, lágrimas, búsquedas inútiles y desasosiegos han sucumbido las familias y amistades de más de 75 personas, en su mayoría jóvenes, que han desaparecido este año y en los anteriores.

En muchos casos, nunca dejaron rastros y todavía no aparecen; en otros, la más fatídica evidencia fue el hallazgo de sus cadáveres con los signos del homicidio.

En la mayoría, tampoco ha podido identificarse a quienes perpetraron un secuestro o quienes cometieron el homicidio, intencional o accidentalmente, y luego ocultaron los restos.

La frecuencia y número de estos casos últimamente crean temores en la ciudadanía, pero más aguda es la carga de sufrimiento de las familias que jamás volvieron a ver a sus seres queridos o que se reencontraron con ellos siendo ya cadáveres.

La Policía dice que está dispuesta a fortalecer el departamento especializado en las investigaciones de estos casos.

Con la formidable tecnología existente sobre fichas biométricas, es posible almacenar la data que contenga las características faciales, registros de voz y huellas dactilares de los ciudadanos.

Ya están muy extendidas en todas las ciudades las videocámaras y distintas instituciones oficiales, sobre todo las responsables de la seguridad nacional y de inteligencia, poseen equipos que facilitan estas búsquedas.

Pero es preciso establecer un departamento con todas las de la ley y con los debidos equipos de tecnólogos y tecnologías para lograr más prontitud y éxito en la búsqueda de los desaparecidos.

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