En el camino del hambre y la pobreza
Así lo dicen ciudadanos entrevistados por el Listín en sus regulares recorridos por los mercados, tomando el pulso a la inflación.
Al encarecerse el pollo, los consumidores de bajos ingresos no pueden ni comprarlo ni consumirlo en las cantidades de antes. Y así lo confiesan.
El drama no es solo local.
La crisis de abastecimientos alimentarios y de producción, agravada por la guerra de Rusia y Ucrania, ha comenzado a deslindar el camino del hambre y la pobreza en el mundo.
Lo deja entrever el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, que ya está palpando como 9.7 millones de personas en América Latina y el Caribe se van a dormir con hambre y sobreviven con poca cantidad de alimentos, no siempre los más nutritivos.
Si los países no apuran el paso para producir localmente más alimentos y hacerlos accesibles a sus ciudadanos a precios menores a los actuales, esa población que padece la inseguridad alimentaria aumentará a 13.3 millones en los próximos meses.
Sombrío el panorama, porque no todos los países están ahora en condiciones y con recursos millonarios suficientes para ponerle un torniquete a este proceso.
La alternativa es una: producir, producir y producir más en el campo. No queda de otra.