Transparencia ante la voracidad
El erario despierta muchos apetitos entre aquellos que llegan al Estado con insaciable voracidad de enriquecimiento rápido.
Tratando de contener esas tentaciones, existen leyes y organismos cuya finalidad es evitarlos, en unos casos estableciendo fuertes sanciones penales y, en otros, filtros y controles a las licitaciones y transacciones gubernamentales.
Pero aun así, los más audaces se saltan esas barreras y recurren a múltiples triquiñuelas para sustraer recursos públicos o incurrir en favoritismos y manejos de influencias con tales fines.
Distintos casos que han sido o están siendo judicializados son la mejor prueba de cómo se ha depredado el erario, en ocasiones con bochornosa impunidad y cero castigo para los corruptos.
Por eso resulta interesante y novedosa la iniciativa tomada por el gabinete de Turismo, que lo dirige personalmente el presidente Luis Abinader junto al titular, David Collado, de poner en manos de un Observatorio de Buenas Prácticas la veeduría de las licitaciones de obras y servicios de ese organismo.
Un esquema parecido estableció Collado siendo alcalde de Santo Domingo al apoyarse en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, al momento de licitar las obras municipales, aunque el nuevo Observatorio es más abarcador.
En ese Observatorio están integradas la Red de Universidades por el Avance de la Educación, los clústeres turísticos y las asociaciones de hoteleros, la Dirección de Ética Gubernamental y las iglesias.
Una particularidad es que a los estudiantes de ingeniería y arquitectura de las universidades se les permitirá participar en los procesos de formulación de presupuestos, ubicación y evaluación de obras licitadas y en vías de ejecución.