REFLEXIONES DEL DIRECTOR

Nuestro “internet” hace 50 años

Los periodistas de la vie­ja generación, llama­dos generosamente ahora “tradicionales “, tuvimos nuestro Internet hace 50 años, pero más incipiente que el de hoy.

Eran el teletipo y el radio-foto, las tecnologías más rele­vantes que utilizaban los me­dios de comunicación para recibir noticias y fotos a dis­tancia con una relativamente corta diferencia de tiempo en­tre el momento del suceso y su difusión, pero no tan instantá­nea como la que permite el in­ternet de hoy.

A los impulsos de las líneas te­lefónicas y ondas radiales, estos aparatos recibian los textos que, desde otra máquina en ultramar, se escribían en cintas perforadas de cinco orificios o, en el caso del radiofoto , las trazas tipo sismó­grafos que reproducían una foto­grafía.

Los teníamos en el Listín des­de la reaparición del diario en 1963 y, junto al sistema Off­set, de impresión en frío, cons­tituían el trípode tecnológico más moderno de ese tiempo. Estos aparatos se asemejaban a una maquinilla gigante y se conectaban a la sede central de las tres agencias de noticias internacionales que usaba el Listín: la Associated Press, la United Press International y France Press.

Y continuamente estaban emi­tiendo los ruidos de sus señales, mientras tres operarios se turna­ban para organizar los rollos de papel que imprimían esas noti­cias y revelar las fotos en blanco y negro, secarlas y luego ponerlas a disposición del editor de interna­cionales. Yo fui ese editor por casi cinco años.

Cuando se modernizó el radio­foto, este permitía la trasmisión de fotos a color. Estas llegaban en cuatro láminas, cada una con un color base.

Desde entonces, las únicas tec­nologías modernas que llegaron a los medios escritos para susti­tuir el teletipo y el radiofoto fue­ron las computadoras para el di­seño y composición electrónica, las que constituyen hoy el anda­miaje de trabajo potencializado por el internet y el periodismo di­gital, que permiten la economía de tiempo que no teníamos 50 años atrás.

Ahora que las usamos es cuan­do más me convenzo que editar un periódico en el siglo 20 era una formidable proeza.

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